Pokerstars casino iniciar sesión

Un chico ha venido vestido de mapache y no para de hacer bromas en su mesa, lo que provoca respuestas cínicas a su alrededor. La mayoría de la gente aquí reunida es bastante diestra en el arte de mantener la elegancia. Hay que mantener la compostura pase lo que pase. Las masajeadoras encargadas de aliviar los dolores musculares de los jugadores que se parten el cuerpo durante horas sin moverse de la mesa trabajan con fuerza, en silencio. Contar con una buena condición física ayuda a resistir mejor la partida, a concentrarse, porque el entumecimiento acecha y al final del día acaba pesando como un toro.

Todo el mundo insiste en que los profesionales serios no disfrutan de los casinos ni de apostar con billetes. Algunas me miran con condescendencia, otras hacen chistes, la de mi izquierda trata de darme indicaciones con piedad y la de mi derecha nunca llega a quitarse los auriculares. La situación es tan estresante que me siento con las tripas abiertas frente a ellas, riéndome de mi propia incompetencia con los hombros encogidos.

De repente, llueve sobre mí la suerte del principiante, me tocan dos ases, apuesto fuerte a esta mano y la gano. Tengo que abandonar cuanto antes. Poco a poco voy perdiendo hasta que, en menos de una hora, Gaëlle Baumann, una célebre jugadora francesa, se encarga de desplumarme y puedo por fin alejarme aliviada con la postura de Chiquito. Este portento de unos cincuenta kilos con sudadera de PokerStars y cabellera suelta acaba de arrasar en el evento femenino.